Las manifestaciones presentes y futuras del cambio climático se traducen directamente en cambios en las variables ambientales que regulan las funciones vitales de la vegetación así como su estructura. El aumento de las temperaturas y los cambios en el régimen de precipitaciones en regiones mediterráneas, son dos de las manifestaciones más claras, pero existen muchas otras que también afectan directamente a la funcionalidad de los ecosistemas forestales en éste y otros contextos climáticos. Una mayor severidad y prolongación de sequías pone al límite a la vegetación existente, además de aumentar el riesgo de incendio, entre otras grandes perturbaciones.

Si las variables biofísicas que regulan la presencia de vegetación se integran para zonificar regiones ambientales relativamente homogéneas, se observa un desplazamiento geográfico de los bioclimas como consecuencia de los estragos del cambio climático. Trabajos recientes muestran como, por ejemplo, los fitoclimas norteafricanos cálidos y secos se vienen implantando en zonas anteriormente más templadas del suroeste y este peninsular, de manera que la vegetación allí presente tiene que desarrollar nuevos mecanismos para su supervivencia.

Las evidencias sobre los impactos asociados al cambio climático, sobre todo en la organización y estructura de los ecosistemas forestales, son claras y observables en buena parte de nuestro país. Pese a ello, la incertidumbre en el movimiento de los bioclimas es alta y, además, la dificultad de trasladar estos cambios a la vegetación es elevada debido a la relación indirecta que presentan. Autores como Lindner citan diversos problemas como la incertidumbre inherente al proceso de regionalización o la falta de linealidad entre dichos cambios y las funciones vitales de los ecosistemas. Esto se traduce en una dificultad añadida a la hora de la toma de decisiones sobre la gestión del bosque en un contexto cambiante.

En este contexto, surge el proyecto de la Red española de Selvicultura adaptativa del cambio climático. El proyecto nace como medio para unificar los resultados obtenidos por los diferentes grupos de investigación de nuestro país, intentando dar respuestas claras sobre las perturbaciones y problemáticas asociadas al cambio climático, y así ayudar en la generación de nuevos criterios para gestionar el monte.